martes, 23 de octubre de 2012

CUENTOS Y LEYENDAS DE TERROR



LA LLORONA LEYENDA POPULAR MEXICANA 

AYYYY MIS HIJOS...Este era el lamento que continuamente se escuchaba en la ciudad de México: ¡Ay de mis hijos, que será de mis hijos!

Se daba el toque de queda en la catedral y todos los habitantes de la ciudad cerraban las puertas de sus casas con cuanto tuvieran a la mano. Se encerraban a piedra y lodo, pues nadie quería ni siquiera asomar los ojos hacia fuera.

Dicen que hasta los viejos soldados conquistadores, que demostraron su valentía en la conquista de México, no querían salir a la calle, al llegar esa hora terrible. Los hombres se encontraban cobardes y a las mujeres les temblaba todo el cuerpo; los corazones se sobresaltaban al oír este gemido terrible, largo, que penetraba hasta los huesos.

¿Quién podría ser el valiente que se atreviese a salir a la calle ante ese llanto que causaba profunda lástima y que se escuchaba noche a noche por la ciudad entera? ¡La llorona! Clamaba la gente y del puro susto apenas podían murmurar una pequeña oración y con la mano temblorosa hacían la señal de la cruz. Las mujeres oprimían sus rosarios con el corazón, cruces o imágenes que llevaban colgando de sus cuellos.

La ciudad vivía verdaderamente aterrorizada.

Cuando se escuchaban los gemidos de esta mujer, más de algún valiente quiso salir a ver quien era la persona que emitía esos gritos tan angustiosos, costándole en ocasiones a unos la vida o a otros el juicio que veían perdidos por el susto. Se decía que esto era cosa de ultratumba, pues si se tratara de gritos humanos, éstos no se escucharían a más de tres calles de distancia y sin embargo estos lamentos se oían por toda la ciudad; traspasaban paredes y todos los habitantes los escuchaban.

Hubo algunos envalentonados por el vino, que al salir de las tabernas pretendían ir a su encuentro, encontrando en esta hazaña la muerte. Otros quedaron locos de la impresión y los menos, no volvieron a intentar esta aventura y preferían quedarse encerrados en sus casas.

La llorona era una mujer que flotaba en el aire, con un vestido blanco y cubría su descarnado rostro con un velo muy suave, que permitía verle la calavera de su cara. Cruzaba toda la ciudad con mucha lentitud; unas noches por unas calles o plazas y otras por distintas callejuelas; dicen los que la vieron que alzaba los brazos y emitía aquel quejido angustioso que asustaba a todos los que la escuchaban: ¡Ay, ay de mis hijos, que será de mis hijos! Luego se desvanecía en el aire y se trasladaba a otro sitio a emitir sus quejidos.

De una calle a otra, recorría plazas diversas, hasta llegar a la Plaza Mayor; allí se ponía de rodillas, besaba el suelo y se ponía a llorar con mucha desesperación, terminando con un largo ¡Ayyy!

Se levantaba y se encaminaba hacia la orilla del lago caminando lentamente y ahí se perdía, se vaporizaba en el aire y se perdía de vista, no se sabe si se sumergía en las aguas o se disolvía, puesto que los que la llegaron a seguir, dicen que en este sitio se perdía de vista.

Esto pasaba todas las noches en la ciudad de México y verdaderamente tenía inquietos a los habitantes de la ciudad, pues nadie podía explicarse quien era esa mujer y cual era la razón de sus lamentos.

Muchas eran las versiones que se daban en torno al suceso.

Unos decían que esta mujer había fallecido lejos de su esposo a quien amaba profundamente y que venía de ultratumba a verle y a llorarle, pues no podía estar con él, pues se decía que dicho caballero había vuelto a contraer nupcias con una bella dama y que ya la había olvidado completamente. Otras lenguas afirmaban que la mujer nunca pudo desposarse con el caballero, pues la sorprendió la muerte antes de que le diera su mano y la razón por la cual venía del más allá, era para volverle a ver, pues resultaba que el tal caballero se encontraba perdido en vicios que perturbaban su alma.  

 
Al decir de otras gentes, se creía que la mujer era viuda y que se lamentaba de esta forma, porque sus hijos huérfanos estaban sumidos en la más honda desgracia, sin que ningún corazón se moviese por ayudarlos. También se corría la versión de que la mujer era una pobre madre a quien le asesinaron a todos sus hijos y que su salir de la tumba era para llorarles.

Otros afirmaban que había sido una esposa infiel y que como no hallaba paz en la otra vida, venía del mundo de los muertos, con el fin de alcanzar el perdón por sus faltas cometidas en vida. Algunos decían que la mujer había sido asesinada por un marido celoso; se comentaba también que la famosa llorona era la célebre Doña Marina, quien de todos es sabido que vivió amancebada con el conquistador Hernán Cortés y que venía a este mundo con permiso del Cielo, a llenar el aire de lamentaciones, en franca señal de arrepentimiento, por haber traicionado a su pueblo, al ponerse del lado de los conquistadores españoles y que cometieron tantas brutalidades contra su pueblo.

Esta pobre alma viajaba por todo el país de México, llegando a cada ciudad en donde; en las noches de luna se veía pasar su silueta blanca y profiriendo sus espantosos lamentos que asustaban al ganado; se le llegó a ver hincada al pie de cruces; salía con gran misterio de las cuevas, donde habitaban salvajes fieras emitiendo siempre su lamento ¡Ay, ay de mis hijos, que será de mis hijos!

Esta leyenda de la llorona es muy antigua, sus orígenes se remontan al México Prehispánico, pues había la leyenda de que las mujeres muertas en parto, solían venir a este mundo en una fecha determinada del calendario, convirtiéndose en fantasmas para asustar en los caminos a quien se le pusiera enfrente.

Esta tradición se deriva también de las premoniciones que tuvieron los antiguos mexicanos antes de la llegada de los españoles, pues se afirmaba que salía una mujer del lago que angustiada decía: ¡Ay hijos míos, ha llegado ya la hora de vuestra destrucción!

Todavía hasta los primeros años del siglo XVII se siguieron escuchando los gritos de la llorona en las calles de la ciudad de México; misteriosamente despareció para siempre y ya no se volvió a escuchar su quejido angustioso por las noches y ya pudieron dormir tranquilos los habitantes de la ciudad de México. 



POLYBIUS, EL JUEGO MALDITO..


Una de las leyendas más misteriosas del mundo de los videojuegos es una que afirma que hay un antiguo juego que provocaba amnesias y suicidios entre sus jugadores. No existe ninguna prueba concreta de esta afirmación, pero la leyenda continúa suscitando curiosidades y excitando lo imaginario. El juego en cuestión era el Polybius, un especie de arcade aparecido en 1981, creado por Ed Rottberg para la sociedad Sinneslöschen.

En la época, Polybius (juego adaptado de otro juego llamado “Tempest”) tuvo un éxito importante y mucha gente se amontonaba delante de la máquina esperando su turno para jugar. Sin embargo, al cabo de unos días, numerosos jugadores se quejaron de padecer amnesias, cefaleas, pesadillas, insomnio y algunos, incluso, llegaron a intentar suicidarse.

Muchas son las leyendas que se dispararon alrededor del videojuego: muchos aseguraron ver a hombres vestidos con trajes negros tomando notas de los jugadores que más puntuaciones hacían. Otros aseguraban haber visto "caras fantasmales" que recorrían la pantalla. También están los que en mitad del juego han visto mensajes subliminales, entre los que el más destacado es “suicídate”. Voces bajo el sonido del juego, quejidos de pánico,… la rumorología se extendió.

Atari arroja algo de luz al asunto diciendo que el procedimiento empleado tanto en Tempest como en Polybius, que consistía en hacer girar el decorado alrededor de un elemento fijo, podía llegar a causar náuseas entre los jugadores.





LA CANCION MALDITA


Seguramente hayas oído la leyenda de la canción "Galayo Senda". Según cuentan las ondas radiofónicas de esta canción tenían el poder de quitar la vida del oyente.

Rezo Seres compuso en 1933 la melodía de "Galayo Senda". La compuso un domingo sombrío, después de romperse la relación que mantenía con su novia de toda la vida. Su amigo y compatriota húngaro, Lodazal Javier, añadirá la letra a la canción.

La difusión radiofónica comenzó a mitad de los años 30, con un efecto del más funesto. La canción estaba en el centro de una ola devastadora de suicidios: Se encontraron pianistas con la partitura en la mano, anónimos con el disco sonando en su toca discos en el momento de quitarse la vida, otros citando alguna parte del texto de la canción en su última carta,... Incluso la joven con la que rompió el compositor, la que inspiró la canción, corrió la misma suerte: El texto fue traducido al inglés con las mismas fatales consecuencias. La canción fue retirada de las ondas.

Difícil distinguir la verdad de la leyenda en esta historia, lo que sí nos queda es una melodía intensa con interpretaciones tan diversas como inspiradas.     PIENSA LO ANTES DE ESCUCHARLO..






DILE A MIS PADRES

Después de haber reñido con sus padres por una fiesta a la que no le dejaban ir, una joven chica decide a pesar de todo ir. Para ello se escapa de casa saliendo por la ventana de su habitación. Una vez en la fiesta, conoce a un chico más mayor que ella. Hablan, ríen,... hasta que él le propone ir a otra fiesta, mucho más animada que la que están. Ella acepta (el chico le gusta mucho) y van en el coche de él. Una vez en la fiesta nueva, el chico bebe más de la cuenta a lo que la joven se siente incómoda y le pide que la lleve a la otra fiesta, donde están sus amigos. Él accede, pero en el trayecto de vuelta sufren un brutal y terrible accidente.
Leyendas urbanas: Accidente de coches, dile a mis padres
Cuando la muchacha se despierta, está en la cama de un hospital. Una enfermera le cuenta que su amigo que conducía había fallecido y que también habían muerto los pasajeros del otro coche. El dolor de su alma era muy fuerte. Pero el de su cuerpo más. Sintiendo que su muerte estaba próxima, la muchacha pidió a la enfermera de decirles a sus padres que les quería, que estaba muy dolida por haberles desobedecido y que no se reprocharan nada, que todo esto había sido sólo culpa suya.
Poco tiempo después la muchacha murió. Pocos minutos después llegaron los amigos de la chica, que fueron al hospital nada más enterarse del trágico accidente. Uno de ellos le pidió a la enfermera si la chica había dejado un mensaje para sus padres. Pero la enfermera contestó que no, que no había dicho nada. Otra enfermera escuchaba la conversación y se intrigó mucho, porque ella sabía que la chica sí había dejado algo para sus padres. Al preguntarle a su colega porqué había mentido, ésta contestó que no sabía qué decirles, porque las dos personas que habían muerto en el otro coche... ¡¡¡eran los padres de la chica!!!





ASIENTO DEL COCHE


Era una noche sombría y brumosa. A Denise le costaba mantenerse despierta. Iba por una carretera desconocida y fuera llovía. Su nivel de ansiedad aumentaba cada vez más ya que el nivel gasolina comenzaba a ser peligrosamente bajo y no tenía ni idea de dónde se encontraba la ciudad próxima.
Finalmente, justo en el momento en el que iba a parar el coche para pasar la noche y dormir, percibió una pequeña estación de servicio a un lado del camino. Parecía un poco abandonada pero tenía luz, había vida. Paró en la estación. El empleado de la misma dio la vuelta al coche y parecía estar muy distraído mirando al interior mientras ella le pedía que llenara el depósito completamente. Él seguí con su aire distraído. Denise no se sentía bien a su lado. Finalmente reaccionó, pero le pidió que abriera el capot, ya que según él el coche hacia ruidos extraños.
Su ansiedad empieza de nuevo a aumentar porque se da cuenta que está sola en esa pequeña estación de servicio mugrienta en medio de la nada y que el empleado encuentra cualquier escusa para no dejarla ir. Él empleado le pide a Denise que se acerque para ver el motor ya que quiere mostrarle una cosa. No sabiendo demasiado qué hacer, Denise se acerca preguntándose para ella porqué no empieza a gritar
Tan pronto llega delante del coche, él la coge del brazo y le dice: "¡¡Este coche necesita una reparación!! ¡¡Acompáñeme a la oficina!!" Tras eso, le pone la mano tapando su boca y la arrastra con fuerza al interior de la oficina. Ella comienza a morderle la mano mientras él tira de ella hacia el interior de la estación. Una vez en el interior, él la suelta y le dice que hay un hombre acostado sobre el asiento trasero de su coche, que por eso la trajo al interior y que debe creerla.  Pero Denise, aterrorizada y sin creer lo que dice, escapa corriendo hacia su coche huyendo de él a toda velocidad. Se mete en el coche, arranca a toda prisa y sale despavorida de la gasolinera.
Al cabo de unos minutos ya más tranquila, recuerda la recomendación que le había hecho y para darse cuenta que sólo era una mentira mira por su retrovisor. Pero no le mentía. Allí se encontraba un hombre con una cazadora con capucha y un hacha en la mano tumbado  sobre el asiento trasero. Con un rápido movimiento de brazo decapitó a Denise con su hacha.
El cadáver de Denise fue encontrado pocos días después. No es el único caso que ha sucedido en las carreteras. Pero la policía nunca ha podido encontrar al asesino en serie.

Leyenda urbana: ¿Has mirado en el asiento de atrás?

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